"Son decisiones más o menos inconscientes; adónde relegas los amores imposibles. Cuando entiendes que seguirán siempre ahí – que por más personas que conozcas y por bellas que sean, y por muy bien que os llevéis, no volverás a sentir que el universo se creó con el único fin de que Marcel y tú os conocierais –, adoptas esa herida como quien acepta que tiene un soplo en el corazón. Por lo general, no dará problemas, pero ahí está, y mejor si te lo cuidas”.
MI SINOPSIS
Un libro diferenciado
en tres partes bien marcadas en las que la protagonista, una periodista
mallorquina afincada en Barcelona, nos va narrando el porvenir de su vida. De
la suya y de la de los que están a su alrededor: pasando por las relaciones
personales, las familiares y los problemas que cada personaje puede
desarrollar.
Todo gira en torno
a un hilo conductor principal, un hecho que la protagonista y su familia
descubren por televisión y que tiene que ver con su pasado. A partir de ahí, se
va planteando cómo han podido desarrollarse los hechos de esa manera y si
podría haber sido diferente. No solo el hecho en sí, si no la manera que ella
ha elegido para enfrentarse a la vida, a las cargas y posesiones que lleva en
la mochila y a sus relaciones personales y profesionales.
LA AUTORA
Llucia Ramis es también la autora de los libros Cosas que pasan en Barcelona cuando tienes treinta años (2008) y Todo lo que una tarde murió con las bicicletas 2013. Pero ha sido su último libro, Las Posesiones, el que la ha catapultado a la primera línea editorial de nuestro país. Hay quien ya la considera una de las grandes revelaciones del año y le auguran aún un mayor futuro profesional a través de la literatura.
MI OPINIÓN
He de confesar que
incluso antes de sentarme en una de las mesas de la librería +Bernat de
Barcelona con el libro entre las manos, ya sabía que me iba a producir algo
especial su lectura. Es de esos libros que te llaman la atención, de los que
algo en tu interior te dice: “lo tienes que leer”. Y así fue.
Dicen que este
libro habla de corrupción, pero quedarse en esa nimiedad me parece haber rozado
solo la superficie. Sin ser una obra maestra, es de esos libros que suben a lo
alto de mi ranking personal porque me remueven, me hacen sentir cosas que
estaban dormidas dentro de mí. Quizá porque uno de los ejes centrales del
argumento es el periodismo, y su faceta más cruel y dañina. Esa que todos los
periodistas conocemos y que solo algunos son capaces de aguantar – yo, por
ejemplo, no lo fui –.
“El psicólogo analiza almas humanas y el periodista le busca el alma al mundo. [...] Nos gustaría desengancharnos de la actualidad, aprender a disfrutar de lo que disfrutan los demás sin cuestionárselo. Pero estamos fatalmente enamorados de una profesión que nunca nos satisfará, que exigirá más y más, hará que nos sintamos pequeños”.
Pero más allá de
todo eso, yo, personalmente, tengo que agradecer a Llucia Ramis que haya escrito este libro. Y
al destino que lo haya puesto en mi camino justo en el momento en el que más lo
necesitaba. Porque más allá de la novela, Las
posesiones es un libro de la vida. Quizá, sí, de la vida a la que se enfrenta
un periodista, – dato curioso por el que seguramente me he sentido tan
identificada – pero no solo en ese frente; la protagonista te transporta a los
miedos, las inseguridades y la decadencia a la que te condena cualquier
profesión. Y la madurez. El hecho de hacerte mayor y tener que aceptar ciertas
cosas que te impone la vida. El peaje que tienes que pagar para estar aquí. La
madurez. Esa tan anhelada cuando eres pequeño y que cada vez se va haciendo más
complicada conforme cumples años.
Hablamos de un
viaje por todas las etapas de la vida que no deja indiferente. Que te hace
recordar y reflexionar. Porque la vida no es nada fácil, tampoco lo son las
relaciones, tampoco lo es el aceptar que todo pasa, que todo cambia. En un
pasaje del libro – no diré la parte ni el personaje – alguien dice: “Cariño, no tener adónde volver, la vida
consiste en eso”. Y en lo que consiste el libro de Ramis es en aceptarlo.
En hacerte consciente, en palparlo. Está escrito, así que es real. Un empujón
para que abras los ojos – y madures de golpe, ¿quizá? – y aprendas a aceptar lo
que viene como viene. Y a vivir.
Desde luego desde
hoy que he terminado la última página poco antes de escribir estas líneas,
puedo asegurar que estoy ante el siguiente libro que más voy a recomendar. Y
esto a pesar de que el final no me ha sorprendido tanto como me auguraban. Creo
– y esto también lo he de decir – que el libro va de más a menos conforme pasan
las páginas. La primera parte fue sublime para mí; el resto, el entramado
necesario para darle sentido a toda la historia. Una montaña rusa de emociones
y pasajes, que va subiendo y bajando, a los picos y a los valles, pero que, al
fin y al cabo, y es con lo que me quedo, hace que quieras leer hasta el final.
Y también hace que en ciertas páginas tengas que parar, poner el dedo como separador y cerrar el libro para asimilar lo que acabas de leer y hacerlo tuyo. Que un libro te produzca esa sensación, merece sin discusión mis cinco estrellas en Goodreads.
Y también hace que en ciertas páginas tengas que parar, poner el dedo como separador y cerrar el libro para asimilar lo que acabas de leer y hacerlo tuyo. Que un libro te produzca esa sensación, merece sin discusión mis cinco estrellas en Goodreads.
Te invito a que lo
abras, lo saborees, lo releas y lo disfrutes ;)
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