Presentí entonces - lo hice por vez primera - que en esa normalidad excepcional que a mí siempre me había extrañado había algo de normalidad real, que las murallas que uno levanta para aislarse del dolor acaban a veces sirviendo a sus propósitos
- Mi nota: 3/5
- Género: Ficción contemporánea
- Editorial: Anagrama
- Fecha de publicación: 8 de octubre de 2018
- Páginas: 312
LA SINOPSIS
- Nota de la solapa - En la Nochebuena de 1995, el
mejor amigo de Miguel Ángel Hernández asesinó a su hermana y se quitó la vida
saltando por un barranco. Ocurrió en un pequeño caserío de la huerta de Murcia.
Nadie supo nunca el porqué. La investigación se cerró y el crimen quedó para
siempre en el olvido. Veinte años después, cuando las heridas parecen haber
dejado de sangrar y el duelo se ha consumado, el escritor decide regresar a la
huerta y, metiéndose en la piel de un detective, intenta reconstruir aquella
noche trágica que marcó el fin de su adolescencia. Pero viajar en el tiempo es
siempre alterar el pasado, y la investigación despertará unos fantasmas que
creía haber dejado atrás: la infancia marcada por la Iglesia, el pecado y la
culpa; la presencia constante de la enfermedad y la muerte; el universo
opresivo y cerrado del que un día consiguió salir. Y con ellos emergerá también
la experiencia de una nostalgia contradictoria: la memoria de una felicidad
velada, el reencuentro con un origen injustamente sepultado.
EL AUTOR
Miguel Ángel Hernández (Murcia, 1977) es
profesor de Historia del Arte en la Universidad de Murcia. Ha sido director del
CENDEAC (Centro de Documentación y Estudios Avanzados de Arte Contemporáneo) y
Research Fellow del Clark Art Institute (Williamstown, Massachusetts). [Más en
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MI OPINIÓN
No sé si esta conexión la he sentido porque, como el
autor/protagonista de la novela, yo también vengo de la huerta y he
experimentado sus mismas sensaciones, sus mismas experiencias entre limoneros
en la infancia, sus mismos paseos por el carril – de hecho, sigo viviendo en un
carril –, pero lo cierto es que de una novela que no pensaba leer, he
despertado una sensación indescriptible.
Una sensación de querer seguir leyendo sin poder realmente
expresar si me estaba gustando o no. Una sensación de sentirme demasiado ‘morbosa’
cuando noto que me da rabia no conocer más detalles sobre el caso de los que
podría hablar el informe. Y que por eso me hace reflexionar. Una sensación que despierta un libro que me leí en un fin de semana.
El dolor de los demás es un libro autobiográfico y no es una
novela en sí, sino que va desgranando en sus poco más de 300 páginas las pericias del
autor alrededor de un caso concreto que le afectó de joven y del que ahora
quiere hacer un libro. Y precisamente ese es el libro: el proceso de
investigación y escritura por el que pasa Miguel Ángel Hernández para traernos
al papel esta historia. Un libro que más que basarse en la historia en sí – ese
crimen que sucedió hace 20 años – se centra en todo lo que hay – y había entonces – a su
alrededor. Las preguntas que el autor, amigo íntimo del asesino, se hace aún
hoy, las reflexiones sobre cómo se hubiera informado a día de hoy sobre un caso
de tal envergadura en la Prensa, pinceladas de la violencia de género, del machismo, de los orígenes... y la huerta. La huerta, que como decía @loenlasnubes en su
reseña en Instagram, se dibuja como un personaje, más que un escenario Y representa
todos los miedos y las aspiraciones de los jóvenes que sueñan con una vida
futura de éxitos partiendo de su humilde posición. La huerta, de la que yo
también salí… o de la que no he salido nunca.
Sin embargo, también me ha parecido en ocasiones un relato en el que el autor se impone un protagonismo demasiado altivo, hablando de su vida, sus miedos y sus fantasmas como si solo fueran suyos y no los experimentara nadie más. Elevando sucesos y experiencias insustanciales al nivel de la literatura de ficción.
El dolor de los demás es, para mí, un libro crudo. Escrito
muy, muy sencillo, pero de esos que quizá debes leer dos veces para no perderte
ninguna reflexión. Para entenderlo. De esos que se hacen las preguntas más
importantes de la vida pero que a la vez te sabe a poco… o no. Un libro que me
ha sorprendido porque no tenía ninguna intención de leerlo, pero he acabado
queriéndolo y guardándole el luto al final.
Ese cúmulo de experiencias, ese cóctel de palabras, de
sensaciones, de preguntas... Una novela que me ha dejado la cabeza tan ‘hecha
un lío’ como te ha podido dejar a ti, que estás leyendo, esta reseña.
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